Jesucristo es el centro de nuestra vida y la razón de nuestra entrega a los demás. Promovemos los valores del Evangelio, convencidas de la importancia que tienen para construir un mundo más humano, donde todos se sientan acogidos y encuentren su lugar. El amor a Jesús nos impulsa a anunciarlo y compartir nuestra alegría con los demás.

Siguiendo las huellas de nuestra Fundadora, impulsadas por la vida en abundancia que el Señor nos regala y poniendo nuestros dones al servicio de los demás, soñamos con una fraternidad sin fronteras: hacernos hermanas de todos y enriquecernos mutuamente.

A la luz de la fe en Cristo, que orienta hacia soluciones plenamente humanas y según el carisma de Ana María Janer, ofrecemos una respuesta evangélica en cada una de nuestras comunidades y obras, a las distintas situaciones y desafíos que se nos presentan.

Convencidas de su valor sagrado, intentamos promover y cuidar la vida de los niños, jóvenes, adultos y ancianos, reconociendo la riqueza propia de cada etapa.

A ejemplo de nuestra Fundadora, la Madre Ana María Janer, con actitud solidaria y atenta, asumimos la fragilidad de las personas. A través del servicio intentamos mirar el rostro del hermano sufriente, caminar a su lado, compartir y solidarizarnos con sus sentimientos y ser presencia misericordiosa allí donde encontramos la vida herida.

Reconocemos la necesidad de encontrarnos en un “nosotros” cada vez más grande, abiertas a todo tipo de organizaciones y grupos que busquen construir un mundo mejor. Por ello, buscamos contactarnos y trabajar conjuntamente con otras organizaciones con el objetivo de compartir nuestros talentos al servicio de la comunidad humana y de crecer en corresponsabilidad.